Título: Soldados de Fortuna: 1
Autor: Miguel del Rey, Carlos Canales
Editorial: EDAF
Costo: $700.00
A lo largo de la historia, ha habido dos enfoques principales para reclutar tropas para la guerra: recurrir a ciudadanos, como ocurrió principalmente en el Imperio Romano y en muchos países tras la Revolución Francesa, o contratar mercenarios, como hizo Aníbal y las ciudades italianas en el Renacimiento. Los mercenarios modernos comenzaron a aparecer al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los ejércitos de masas se desmovilizaron. Millones de ex soldados intentaron reintegrarse en la vida civil, pero aquellos que no lo lograron o ya no se sentían cómodos en ese nuevo rol, buscaron empleo en el ámbito militar. Algunos se ofrecieron como voluntarios a sueldo, mientras que otros actuaron como soldados de fortuna, utilizando sus conocimientos técnicos, como los de aviadores y marinos, en funciones de asesoría o como efectivos en tareas puramente bélicas. Esta fue la época en que surgieron muchos mercenarios franceses, británicos y belgas que participaron en la descolonización de África durante las décadas de 1960 y 1970. Las antiguas potencias coloniales, en un intento de proteger sus intereses comerciales, especialmente en África, recurrieron a ellos para luchar contra los movimientos de liberación nacional. Luego, estos mercenarios continuaron participando en conflictos menores hasta que, con el fin de la Guerra Fría en 1989, fueron reemplazados por las empresas de seguridad privada. Hoy en día, las compañías militares privadas, como Blackwater, han tomado el lugar del mercenario tradicional. Mientras que en el pasado las operaciones de estos soldados de fortuna eran discretas, ahora muchas de estas empresas tienen presencia en Internet y ofrecen servicios de relaciones públicas para atraer a la prensa y futuros clientes. Así, el mercenario ha dejado de ser un personaje legendario y aventurero para convertirse en un subcontratado sin la mística que acompañaba a los guerreros a sueldo de épocas pasadas.